Lipedema: cuando la imagen corporal duele
A veces, el cuerpo habla en silencio. Esta imagen no es solo una postura: es un gesto de abrazo, de presencia, de empezar a mirar con otros ojos aquello que durante años aprendimos a esconder.
Así se ve mi cuerpo. Así se siente. Y hoy, en vez de esconderlo, lo abrazo.
Desde Proyecto Dis-like, queremos abrir conversación sobre un tema que nos toca muy de cerca: el lipedema
Aunque nuestra misión principal ha sido acompañar reflexiones sobre pantallas, autoestima e imagen corporal, creemos que no podemos hablar de estas cuestiones sin incluir las vivencias de quienes habitan cuerpos silenciados o malentendidos.
Muchas mujeres con lipedema han crecido frente a espejos que deformaban su percepción, a dietas que nunca funcionaban y a diagnósticos que nunca llegaban. Hablar de dismorfia corporal en el contexto del lipedema es, por tanto, un acto de justicia.
Porque lo que no se nombra, no existe.
Y aquí, sí existe. Aquí tiene voz.
Lipedema, dismorfia y el reto de mirarse con otros ojos
“Me decían que estaba más delgada, que se me notaba. Pero yo solo podía ver las piernas de siempre. Gigantes. Torpes. Malas.”
La dismorfia corporal no es solo un concepto psicológico. Es una experiencia real que habita en muchas mujeres, especialmente en aquellas con enfermedades crónicas como el lipedema. Una desconexión profunda entre lo que el cuerpo es y lo que se percibe. Y no, no es simplemente “baja autoestima” o “exceso de vanidad”. Es dolor. Un dolor que a veces ni siquiera tiene nombre.
Un cuerpo no comprendido ni por la medicina
El lipedema es una enfermedad crónica que afecta al tejido graso, especialmente en piernas y brazos, y provoca dolor, hinchazón y una distribución desproporcionada del volumen corporal. Pero, durante años, ha sido desestimada por muchos profesionales. ¿El resultado? Miles de mujeres escuchando que “es solo grasa”, que “no se esfuerzan lo suficiente” o que “deberían controlar su dieta” sobre esta parte ya volveremos, porque la alimentación sí tiene mucho que ver, pero no la DIETA.
Cuando tu cuerpo cambia y duele, pero nadie te cree, algo se rompe. Esa grieta se convierte, con el tiempo, en un terreno fértil para la dismorfia corporal. Porque si ni la medicina te valida, ¿cómo vas a confiar en tus propios ojos?
El doble espejo: lo que ves tú vs. lo que ven los demás
Hay un espejo en el baño, y otro dentro de la mente. A veces, ninguno dice la verdad.
Muchas mujeres con lipedema se miran después de años de tratamiento, de pérdida de peso, de ropa nueva… y siguen viéndose “mal”. Se siguen escondiendo en las fotos. Siguen eligiendo prendas grandes para cubrir lo que ya no está. Siguen evitando espejos de cuerpo entero. ¿Por qué? Porque la imagen que tienen de sí mismas se ha construido desde el rechazo. Desde la invisibilidad. Desde el trauma.
Esto no se soluciona con más fuerza de voluntad ni con discursos motivacionales vacíos. Se necesita acompañamiento. Se necesita mirada compasiva. Se necesita tiempo y profesionales que saben del tema.
¿Cómo empezar a sanar la mirada?
No hay un botón mágico para reconciliarse con el cuerpo, pero hay caminos posibles:
🔸 Validarte: no estás exagerando. Lo que sientes es legítimo. Tu cuerpo tiene historia.
🔸 Conocer el lipedema: entender qué es, cómo se manifiesta, y qué no depende de ti. La información es una forma de libertad y una herramienta que te permitirá tomar las decisiones acertadas.
🔸 Acompañarte: rodearte de otras mujeres que también están en proceso. La dismorfia se combate mejor en comunidad, no en silencio. Asociarse es también un gran acierto.
🔸 Cambiar el enfoque visual: elegir fotos que te muestren haciendo lo que amas, no solo “posando bien”. Usar ropa que te abrace, no que te esconda.
🔸 Terapia especializada: si puedes, busca apoyo psicológico con alguien que entienda el cuerpo más allá del canon.
En Proyecto Dis-like y en asociaciones como Agadelprise, trabajamos precisamente para esto: para que ninguna mujer tenga que seguir librando sola esta batalla.
No estás rota. Estás viviendo desde una herida.
Y eso se puede cuidar. Se puede reparar. Se pude acompañar.
Tu cuerpo merece ser mirado con ternura, no con sospecha. Tu historia no tiene por qué seguir siendo una lucha constante contra ti misma. No hablo de esto desde fuera. Yo también tengo lipedema.
También he vivido la confusión, la frustración y ese espejo que no devuelve lo que esperas. Por eso decidí alzar la voz, y por eso hoy Proyecto Dis-like también la alza conmigo.
Si tú también estás en este camino, no estás sola. Aquí estamos para visibilizar, acompañar y construir una mirada más justa hacia nuestros cuerpos.