Bella Ramsey, Ellie y el odio digital
El acoso que llevó a Bella Ramsey a cerrar sus redes sociales es solo un síntoma de algo más profundo: la intolerancia y toxicidad que persisten en las comunidades digitales
Cuando Bella Ramsey fue elegida para interpretar a Ellie en la adaptación televisiva de The Last of Us, no todos aplaudieron. Aunque su actuación fue aclamada por la crítica y por una parte del público, también fue blanco de una avalancha de odio en redes sociales. ¿La razón? No era “lo suficientemente parecida” al personaje, era “demasiado masculina”, y para muchos, simplemente no encajaba. El caso Bella Ramsey no es aislado. Es una alerta roja.
El nuevo rostro de Ellie y el viejo rostro del odio
Bella, joven, queer, y sin una apariencia estereotípicamente "femenina", se convirtió en blanco fácil. En lugar de celebrar su interpretación emocionalmente compleja, muchos se centraron en su físico, su voz, su identidad. Así funciona gran parte del odio digital: no critica el trabajo, ataca a la persona.
El fandom, en teoría, debería ser un espacio de amor por una historia, un personaje, una idea. Pero, en la práctica, muchos espacios fandom se han convertido en trincheras donde se juzga quién tiene "derecho" a interpretar, a pertenecer, a existir.
Paapa Essiedu y el Snape de la nueva serie de Harry Potter
Lo hemos vuelto a ver recientemente. La elección del actor británico Paapa Essiedu para interpretar a Severus Snape en la próxima serie de Harry Potter desató comentarios racistas, cuestionamientos y burlas.
¿El argumento? Que no se parece al personaje. ¿La realidad? Que no toleran ver a un actor negro en el rol de un personaje que hasta ahora había sido interpretado por un actor blanco.
La reacción del fandom, una vez más, se transforma en un espejo incómodo: uno que refleja que todavía hay quien no soporta ver diversidad cuando esta se aleja de sus moldes aprendidos.
Paapa Essiedu es un actor formado, con una carrera reconocida y una capacidad escénica indiscutible. ¿Por qué su elección es tan molesta? Porque desafía una imagen. Porque visibiliza otras formas de estar en el mundo.
Nada justifica la violencia digital
La apropiación emocional de los personajes es algo común entre fans. Crecemos con ciertas historias, nos vinculamos a ellas y, a veces, creemos que nos pertenecen. Pero cuando esa conexión se transforma en exigencia, censura o violencia digital, perdemos el norte.
Los personajes no son propiedad de nadie. Son ficciones que pueden, y deben, ser reinterpretadas desde nuevos ojos, nuevas vivencias, nuevas corporalidades. Y las personas reales que los interpretan no son avatares sin emociones. Son seres humanos que merecen respeto, no linchamientos.
La violencia digital como mecanismo de exclusión
Tanto Bella como Paapa están siendo castigados por no responder a una norma hegemónica. No es casualidad. En realidad, es una muestra más de cómo la violencia digital se usa como herramienta de exclusión. Se expulsa al que no encaja. Se silencia al que incomoda. Se castiga al que representa una diferencia. Y lo más preocupante es que esta violencia no se queda en los márgenes: se normaliza. Se replica. Se justifica con el “es solo una opinión”, con el “no era lo que me esperaba”, con el “yo tengo derecho a decir lo que pienso”. Pero el derecho a opinar no incluye el derecho a destruir.
Necesitamos otras maneras de habitar las redes
La cultura digital está llena de posibilidades hermosas. Puede conectar, visibilizar, emocionar. Pero también puede destruir. Necesitamos repensar cómo habitamos estos espacios. Necesitamos fandoms que abracen, no que expulsen. Redes que dialoguen, no que dicten sentencias. Espacios donde las diferencias no se conviertan en dianas.
Porque lo que está en juego no es solo el derecho a interpretar un personaje. Es el derecho a existir con libertad y dignidad en lo digital.